Cómo fueron las Jornadas Viento del Pueblo 2021

El acto, realizado en el Auditorio de la Lonja, dejó motivos emotivos y tiempos de imágenes y sensaciones que se quedarán en nuestra memoria.

Se presentó el libro del aniversario del Ateneo, con poemas musicalizados y música en  palabras en el homenaje por el 79 aniversario de la muerte de Miguel Hernández.

Desde el Ateneo no olvidamos su muerte en el olvido de la justicia, por ello continuamos reclamando VERDAD, JUSTICIA y REPARACIÓN.


Comunicado leído durante las jornadas:

MANIFIESTO ATENEO

¿Quién es Miguel Hernández? ¿Cómo lo recuerda Orihuela? ¿Qué presencia queda de él a día de hoy? Son preguntas cuya respuesta nos puede dar un bofetón de realidad. Miguel Hernández sigue incomodando, Miguel Hernández murió por ser comunista y republicano, Miguel Hernández sigue estando proscrito, Miguel Hernández sigue siendo un delincuente. Así lo corrobora nuestro Estado de derecho que se pavonea de sus democráticas virtudes pero la tozuda realidad demuestra que mantiene vigente la legislación franquista. Ya que las condenas y los juicios que recayeron sobre Miguel Hernández, Lorca, y tantos otros defensores de la libertad, a día de hoy no han sido anulados. No se ha reparado jurídicamente a las víctimas del franquismo entre las que se encuentra Miguel. Y difícilmente lo harán manteniendo la ley de amnistía vigente que perpetúa la impunidad de los crímenes franquistas y la imposibilidad de juzgar a los criminales. Esa es la piedra angular sobre la que se sustenta esta democracia que se pavonea encantada de su ejemplaridad.

Llevamos más de 40 años luchando por la verdad, justicia y reparación de las víctimas del franquismo, y todo intento de reparación se topa de bruces con la Ley de Amnistía. Ningún gobierno ni de antes ni de ahora, ha osado a cuestionarla. Y es que en España, la impunidad se disfraza de consenso. Hay cuestiones incuestionables como son la monarquía, la unidad de España o la impunidad del franquismo que fueron blindadas por las mismas élites franquistas y que a día de hoy esas mismas élites se vanaglorian de ser las valedoras de la democracia, las que nos trajeron la democracia como un mago que saca un conejo de la chistera. Cuando la realidad es que si gozamos de unas ciertas libertades fue porque el pueblo que luchó en las calles durante la Transición pudo arrancárselas a estas élites al costoso precio de cárcel, exilio, torturas y muertes. Recordemos que la modélica Transición se saldó con más de 800 muertos.

Esta es una historia que cada año que pasa cuesta más de recordar. Al pacto de silencio institucional le conviene, de modo que si algún día se juzga, ya no habrá nada ni nadie a quien juzgar, los responsables de los crímenes habrán fallecido y las víctimas también. Aquí no habrá pasado nada, aquí nunca pasa nada. Lo único que quedará será un relato, una memoria, una historia que seguirá sostenida por la frágil pero perseverante voluntad de un pueblo ansioso de justicia.

Las asociaciones, colectivos y partidos que luchamos por la memoria histórica somos altavoces de esa memoria, de esa fuerza del pasado que irrumpe en presente conjugando nuestra realidad. El pasado no ha pasado, como quisieran los que saben que su presente está construido en base a una gran mentira. Digámoslo claro, el talón de Aquiles de esta democracia es la no ruptura con el franquismo. Y esa anomalía le persigue desde 1978 hasta hoy. Somos un régimen tutelado por el “atado y bien atado”, que en lo sustancial sigue manteniendo los privilegios de las élites dominantes franquistas, eso sí, con una capa de barniz demócrata para guardar las apariencias. Y si tenemos ciertos avances democráticos ha sido porque se los hemos arrancado con sangre y fuego al poder. La lucha de clases existe y el poder lo tiene muy claro, vaya si lo tiene, haciendo leyes ad hoc para dificultar la transparencia, criminalizar la protesta o garantizar el expolio de pueblos y explotación de personas.

Miguel Hernández a día de hoy estaría preso por poemas como “Los hombres viejos” o “Sonreídme”. Por delito de odio, por injurias a la corona, por enaltecimiento del terrorismo, por ofensa a los sentimientos religiosos, por rebelión y sedición. La poesía de Miguel Hernández no entraría por el cedazo de esta democracia que está dejando en los huesos la libertad de expresión. A Miguel Hernández le habrían hecho boicot impidiéndole participar y publicar en medios de comunicación por radical. Miguel Hernández iría acumulando condenas una detrás de otra hasta tener que optar por la autocensura o el exilio. No lo tendría fácil Miguel Hernández, y sin embargo, hoy hasta sectores conservadores lo ensalzan. Eso sí, vaciándolo de contenido, usándolo como producto turístico, despolitizándolo, haciendo de él una marca blanca.

Las asociaciones que luchamos por la memoria socialmente comprometida de nuestro paisano somos un incordio para los “planes hacendado” del Ayuntamiento. Cada día lo tenemos más difícil para hacer una actividad, una manifestación o simplemente pegar un cartel. Nuestras reivindicaciones molestan, porque conjugamos el pasado en presente, no embalsamamos a Miguel Hernández en formol para hacerlo inocuo; sino que su legado nos interpela por su arrolladora vigencia. La justicia social, el feminismo, los derechos de las personas migrantes, la oposición al capitalismo, el cuidado del entorno, la libertad de expresión, y la defensa de lo público son aspectos que están en la poesía de Miguel Hernández. Su defensa del antifascismo le ha llevado a que incluso el ayuntamiento protofascista de Madrid rompiera a martillazos unos versos suyos en el cementerio de la Almudena. Son aspectos que intenta ocultar el poder, porque abren brecha en la esfera pública. Miguel Hernández vive en cada lucha de hoy día.

Asociaciones como el Ateneo Viento del Pueblo, mujeres x mujeres, foro social, los colectivos de memoria del País valencia venimos trabajando iluminados por ese legado de lucha que no cesa. Construyendo poder popular, soberanía y emancipación. Un trabajo constante y cuyos resultados los estamos viendo con el paso de los años. Orihuela no es una ciudad acogedora para este tipo de iniciativas, lastrada por un conservadurismo endémico, somos una minoría imprescindible para que esta ciudad pueda respirar aire fresco. Sin el tejido social, las ciudades se pudren. Los colectivos y asociaciones análogas a la nuestra, generamos comunidad, espacios de encuentro colectivo y articulación democrática. Generar esta red ya está construyendo otro mundo, otra realidad. No podemos esperar a ese “otro mundo es posible”, ya estamos viviendo en él, disfrutemos el camino.

Es importante establecer genealogía y nuestro referente es la 2ª república, el proyecto que construyó el mayor período de libertades para las clases populares en este país y nuestro horizonte la 3ª, construir cultura popular como hace el Ateneo ya es vivir la república. Así que ¡Viva la República!

 

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