Desde el Ateneo Viento del Pueblo nos gustaría dejar de participar en actos de Memoria Histórica, nos gustaría dejar de reivindicar «Verdad, Justicia y Reparación» para las víctimas del franquismo y nos gustaría desaparecer, que no fuera necesaria nuestra labor.
Éso sería posible en el momento en el que el Estado español tomara como política pública la restitución de la memoria, la reparación e indemnización jurídica de las víctimas y el procesamiento judicial del franquismo y sus dirigentes como partícipes de un genocidio.
Desde el más viejo al más joven sabe que éso no sucederá, ya que sería provocar la voladura de un estado que nació fallido, con multitud de carencias democráticas y libertades recortadas. Donde para ser demócrata no era necesario ser antifascista. Se trata de un estado español que ha garantizado la impunidad del franquismo y perpetuado la humillación de sus víctimas. A nivel internacional esto es una vergüenza, en España se le llama reconciliación.
Ni el actual gobierno ni sus clones tienen intención de modificar sustancialmente el régimen. Como mucho, limitarse a hacer meros cambios epidérmicos que no toquen, ni un ápice, los cimientos monolíticos de la impunidad del terror franquista. La ley de Memoria Histórica es un ejemplo de insuficiencia, ya que se limita a reconocer a las víctimas del franquismo desde un punto de vista simbólico y sentimental. Sin capacidad de intervención jurídica, dicha ley se convierte en una mera declaración de intenciones perversa, porque hacía guardar ciertas esperanzas en quienes veían en ella el fin de la impunidad franquista. Todo lo contrario, fue un señuelo con el que apaciguar a las asociaciones memorialistas en su lucha por la justicia, la anulación de juicios sumarísimos, la restitución del patrimonio incautado, el reconocimiento e indemnización de las víctimas, el procesamiento de los genocidas, la investigación de los crímenes, etc.
Estos días nos encontramos con el show de la exhumación de Franco. El mero hecho de que se debata la conveniencia o no de quitar el fiambre de Franco del mausoleo franquista delata la calidad y el nivel de la democracia del estado español. Por mucho que saquen la momia, el franquismo está enquistado en las instituciones y en el ADN del estado español merced a 40 años de franquismo y 40 de postfranquismo. Por cierto, si alguien esperaba algo más del enésimo cambio estético, ya se ha encargado alguien como Diego López Garrido (jurista y ex diputado de PSOE e IU) de enfriar el entusiasmo al afirmar que “anular los juicios del franquismo supondría una inseguridad jurídica total. El sistema colapsaría”. Este es el verdadero espíritu de la reconciliación, por éso España sigue siendo una vergüenza a nivel mundial, de ahí que la ONU la condene una y otra vez por no atender las demandas de las víctimas y por dificultar el procesamiento judicial de los criminales franquistas.
El sistema colapsaría dice Garrido, y ahí está la clave, porque no es asunto del gobierno del -pipí- o del gobierno del -popó-, es un problema mucho más profundo. Es el propio sistema, el régimen del 78 el que hay que cambiar para garantizar una democracia desprendida de cualquier convivencia con el franquismo, una democracia no reconciliada con un pasado de terror e impunidad. Una democracia que condene y aborrezca toda rémora fascista.
Pero es también una democracia que respete el derecho de autodeterminación de pueblos como el catalán, una democracia que rompa con un sistema de producción inhumano y desquiciado como el capitalismo, una democracia que rompa con el patriarcado y ponga fin a los feminicidios, una democracia sin fronteras ni devoluciones en caliente, una democracia donde se ponga de patitas en la calle a la parasitaria monarquía.
Mientras tanto, la desaparición del Ateneo Viento del Pueblo y tantas organizaciones memorialistas tendrá que esperar. Nuestro trabajo antifascista y democrático debe seguir generando conciencia, abriendo brecha, siendo incómodos con el reformismo complaciente, con la prensa mediocre, con el estúpido equidistante.
Volien enterrar-nos, pero no sabien que som llavor.
No podrán res davant d´un poble unit, alegre i combatiu
Visca la República!